1 Juan 1: 2-3 dice, “La vida que se ha manifestado, y que nosotros hemos visto y de la que damos testimonio, es la que nosotros les anunciamos a ustedes: la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos ha manifestado.

Dios es el autor y el sustentador de toda vida, ya sea vida física, vida espiritual, o vida eterna. El Señor Jesucristo gozó de vida eterna, aún antes de venir a la tierra. Que Cristo podía dar y sostener vida es evidente cuando levantó a Su amigo Lázaro de la muerte. Lázaro había muerto. Su vida física había llegado a su fin, y hasta había sido enterrado.

Mientras hablaba con Marta, Jesucristo le hace una declaración increíble, en Juan 11:25-26, en la cual, proclama ser Dios, “Yo soy la resurrección y la vida.” Jesús le dice a Marta que Él podía restaurarle a Lázaro la vida física.

Y continuó, “el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Así que Él tenía el poder de impartir vida espiritual a aquellos que estaban muertos en transgresiones y pecados. Lo que hay que hacer, es creer en El.

Y concluyó, Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente.” Aquellos que creyeran en Jesús, recibirían vida espiritual, nunca morirían, porque Jesús da vida eterna. Esa vida eterna, que El mismo disfruta -- es una vida que durará para siempre.

Por tres años y medio, Juan y los otros apóstoles vieron la vida de Dios manifestada en la vida de Cristo. Vieron que Jesús era absolutamente bueno, y totalmente sin pecado. Miraron admirados Sus milagros, y escucharon atentamente cada una de Sus palabras.

Ellos contemplaron, con sus propios ojos, a Aquel que era completamente desinteresado, que nunca perdía la paciencia, ni tampoco era desconsiderado, ni cruel. Jesús era humilde y santo, amoroso, paciente y puro. Su sabiduría, Su amor, y Su poder no dejaban de sorprenderlos.

Jesús trataba a todos por igual – ricos y pobres, poderosos y débiles, amigos y enemigos. Él los amaba y se preocupaba por ellos. Él tenía poder sobre los demonios, sobre la enfermedad, y la muerte. Podía convertir el agua en vino, y multiplicar panes y peces.

Él podía aplacar a los vientos y a las olas. Él podía caminar sobre el mar o caminar a través de gruesas paredes. Jesús enseñó la verdad con poder y autoridad. Nunca fue engañado, nunca se descorazonaba, ni desmayaba. Esa fue la clase de vida que Jesús vivió. La Vida Eterna se manifestó, y Juan declara ser testigo de todo esto.

PAUSA

Seis veces en esta carta Juan usa la frase “nacido de Dios.” Esta no fue una idea que simplemente se le ocurrió a Juan. Él había escuchado a Jesús decirle estas palabra a Nicodemo en Juan 3:3, 6-7,

“De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios… 6 Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije que es necesario que ustedes nazcan de nuevo.”

Entrar en una relación con Cristo es una experiencia que cambia la vida. ¡Todo se vuelve nuevo! ¡No solo algunas cosas, sino todas las cosas! Por primera vez en tu vida, Cristo es tu Señor. Cuando te vuelves cristiana, la presencia de Cristo afectará todo tu ser. Tendrás nuevos pensamientos, nuevas actitudes, nuevos valores, y nuevas sensibilidades.

Nuevas prioridades afectarán dramáticamente tus relaciones. Mirarás todo en tu vida desde la perspectiva de Cristo. El cristianismo no es algo que añades a tu vida. ¡Es la vida! Nicodemo pensó que la salvación significaba, que había que hacer ciertos ritos, y adherirse a ciertas enseñanzas religiosas.

¡Él no tenía idea que la salvación de Dios lo abarca todo! Cuando te vuelves cristiana, Dios te da un nuevo corazón, así que todo se vuelve nuevo. Dios te da una nueva mente, como la de Cristo, así que ahora piensas de forma diferente.

Él te da nuevas emociones. Te vuelves susceptible al pecado, así que ya no te sientes cómoda con él. Tu entretenimiento será afectado porque ahora te das cuenta lo que honra a Dios, y lo que no. Tus relaciones serán ahora guiadas por el Espíritu Santo.

Los malos hábitos y las actitudes destructivas, que parecía que nunca cambiarían, ahora son transformados. ¿Has notados los cambios que Dios a hecho en tu vida desde que comenzaste tu relación con Jesucristo? Estos cambios serán muy visibles, como testimonio de la nueva vida que recibiste, al confiar en Jesús, como tu Señor y Salvador.

Juan escribió el Evangelio de Juan para decirnos como recibir vida eterna. Y él escribió la carta de 1 Juan para decirnos, COMO ESTAR SEGURAS de que realmente hemos nacido de Dios.

Yo acepté a Jesucristo, como mi Señor y Salvador, hace dieciocho años. Yo estaba tan emocionada porque sabía que ahora era salva… que era hija de Dios. Que había nacido de Dios, y por Su gracia , ahora tenía vida eterna.

Sin embargo, el amigo que me invitó a la iglesia cristiana, me dijo que mi salvación no podía ser verdadera, porque yo había recibido a Jesús, según él, demasiado rápido. Que la mayoría de la gente se toma su tiempo para pensarlo. ¿Se imaginan que locura?

Yo le dije que el Espíritu Santo había movido mi corazón, y por eso, yo me había entregado al Señor en ese mismo momento. Pero lo que me dijo este amigo, me hizo tal impresión, que por dos años, estuve en lucha constante, con la duda de que si realmente había nacido de Dios, ¿o no?

Pero como Dios es muy fiel, un día estaba escuchando, por la radio, a uno de mis maestros favoritos, y él estaba hablando de que si queríamos aprender bien los diferentes pasajes de la Biblia, que él recomendaba que leyéramos un pasaje completo, o un libro completo -- todos los días -- por treinta días.

Y él nos recomendaba comenzar con la Epístola de 1 de Juan, porque era relativamente corta. Solo tiene cinco capítulos. Así que, a lo que leía los cinco capítulos de 1 Juan TODOS LOS DIAS, durante treinta días, Dios empezó a hablarme al corazón, a través de Su Palabra.

Él Espíritu Santo me aseguraba de que yo tenía vida eterna, de que yo era Suya, y que Él tenía un plan para mi vida. No saben el bálsamo que fue para mí leer esta epístola. Y es, precisamente, por esta razón que Juan ESCRIBE ESTA CARTA para que podamos estar seguras de que tenemos vida eterna.