1 Pedro 3: 1-6 dice ESPOSAS, SOMÉTANSE A SUS ESPOSOS… de modo que si algunos de ellos no creen en la Palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras. 2 al observar su conducta íntegra y respetuosa.

¡Este es un pasaje crítico! Nos recuerda que la sumisión comienza con una disposición de compromiso inquebrantable… aun cuando el matrimonio no sea ideal. Aquí Pedro no autoriza a la mujer a que deje a su esposo por no ser creyente, o por no ser un cristiano sólido. Ni tampoco le da permiso para sermonearlo.

Más bien, ella debe de amar a su esposo -- viviendo una vida devota… una vida amorosa -- para poder atraerlo a Cristo. Si tu esposo no es creyente, no trates de agobiarlo a que entre al Reino de Dios… poniendo folletitos del evangelio en su maletín -- a lo que se va a trabajar -- o citando las escrituras constantemente.

Yo conocía a una señora, muy devota, que todas las noches ponía la radio, a todo volumen, en el dial cristiano para que su esposo “no-creyente” OYERA LA VERDAD DE DIOS. Todo lo que lograba hacer era que su esposo se hartara -- y se fuera de la casa -- para estar con sus amigos.

Son el carácter y la conducta de la esposa las que ganarán al esposo perdido… ¡NO LAS DISCUSIONES! Ella lo ganará con sus bellas virtudes, como la sumisión, la comprensión, el amor, la bondad y la paciencia. Estas cualidades no se fabrican. Son fruto del Espíritu Santo, que viene cuando nos sometemos a Cristo… Y EL UNO AL OTRO.

¡Sólo ama a tu esposo! ¡Vive para Cristo! Y deja que tu esposo vea la diferencia, que Jesús está haciendo en tu vida. Y por la gracia de Dios, ¡él se unirá a ti en la fe!

Uno de los grandes ejemplos de una esposa y madre devota, en la historia del cristianismo, ES MÓNICA, la madre del famoso San Agustín. Dios usó el testimonio y las oraciones de Mónica para ganar tanto a su hijo, como a su esposo para Cristo, aunque su esposo no se convirtió hasta poco antes de morir.

San Agustín escribió en su famoso libro Confesiones, en que le confesaba a Dios: “Ella (hablando de su madre) le servía como a su señor; y diligentemente procuró ganarlo para Ti… MI DIOS… predicándote ante él por su conducta; con la cual Tú la adornaste, haciéndola reverentemente bondadosa para con su esposo”.

3 Que la belleza de ustedes no dependa de lo externo, es decir, de peinados ostentosos, adornos de oro o vestidos lujosos. 4 Sino de lo interno, del corazón, de la belleza incorruptible de un espíritu cariñoso y sereno, pues este tipo de belleza es muy valorada por Dios.

La verdadera sumisión irradia del corazón, y se expresa así misma, en la clase de belleza que brilla a través de la vida de una mujer. La verdadera sumisión significa que no se concentra en lo exterior. No estoy sugiriendo -- ni este pasaje lo sugiere -- que una mujer debe de descuidar su apariencia física. ¡NO!

Más bien, establece un estándar diferente. Una mujer se debe de concentrar en su belleza interior MÁS que en su belleza exterior. Es lo que Proverbios 31:30 dice, “La belleza es engañosa, y hueca la hermosura, pero la mujer que teme al Señor será alabada”.

Las Consultoras de Belleza te dirán, QUE NO IMPORTA, cuán físicamente bella pueda ser una mujer en su exterior, ella nunca lucirá atractiva, si está llena de ira, de ansiedad, de depresión o desilusión, o falta de satisfacción.

Pero, por otro lado, tú puedes tomar a una mujer que es, MÁS BIEN SIMPLE, pero que resplandece de la bondad de Dios, de la gentileza del Espíritu Santo, y de la presencia de Jesús en su vida. Ella será un bello despliegue de lo que Dios puede hacer en la vida de una persona. ¡Esos son los verdaderos cosméticos! ¡Los que nos hacen resplandecer!

¿Y cómo se expresa esta belleza? Se expresa en un espíritu cariñoso y sereno. Eso no significa que ella sea timidita. Y no tiene nada que ver con ser extrovertida o introvertida. Lo que Pedro recalca en este pasaje es una actitud de gentileza… un deseo de aprender… de escuchar ¡Esa es verdadera belleza!

5 Porque así era la belleza de aquellas santas mujeres que en los tiempos antiguos esperaban en Dios y mostraban respeto por sus esposos. 6 Por ejemplo, Sara obedecía a Abrahán y lo llamaba señor. Y ustedes son sus hijas, si hacen el bien, y viven libres de temor.

Algunas de ustedes estarán tentadas, a cruzarse de brazos y responder: “Claro, Sara estaba casada con Abrahán – ¡el padre de la fe! Si mi esposo fuera un santo como Abrahán, ¡yo también con mucho gusto iría a donde él fuera”!

No nos olvidemos de la vida tan dura, que Sara tuvo que soportar, como esposa de Abrahán.

Piensa acerca de las cosas, que Sara tuvo que vivir, teniendo una perspectiva bien limitada:

1. Su esposo decía que había tenido visiones de Dios, instruyéndolo a que se mudara a una tierra desconocida (cuando ellos ya estaban bien mayores).

2. Su esposo convenció a Sara a que fingiera, que era su hermana mientras estuvieran en Egipto, dónde el Faraón tomó a Sara temporalmente como su esposa.

3. Sara siguió el liderazgo de su esposo cuando Abrahán le dio a su sobrino Lot la mejor tierra de pastar.

4. Por segunda vez, Abrahán trató de hacer pasar a Sara,como su hermana. Esta vez atrayendo la atención de Abimelec, el rey de Gerar, que quería a Sara como esposa.

5. Sara soportó el casi sacrificio de su único hijo, Isaac, en manos de Abrahán, quien decía que Dios le había dado instrucciones de ofrecer a su hijo.

Desde la perspectiva de Sara, Abrahán parecería impredecible, engañoso, necio, alocado, y hasta irresponsable. En algunos casos, la evaluación que Sara hace de su esposo podría haber sido bastante exacta.

Sin embargo, Pedro nos dice que Sara obedeció a Abrahán, llamándolo señor. No porque su matrimonio era seguro y perfecto, sino más bien, porque su matrimonio era inseguro e imperfecto.

¡ASÍ QUE! Como esposas, hagámonos las siguientes preguntas:

1. ¿Miro yo a santas como Sara, como modelo a seguir, o sigo el ejemplo de las telenovelas?

2. ¿Pongo a mi esposo primero en mi lista de oración?

3. ¿Le doy preferencia cuando planeo algo?

4. ¿Busco la manera de honrarlo?

5. ¿Le hago la vida más fácil? ¿o más difícil?

Esta clase de preguntas son apropiadas en vista de las exhortaciones de Pedro, a vivir vidas santas, como esposas piadosas y devotas.