En Lucas 22:42 Jesús dijo: «Padre, si quieres, haz que pase de mí esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Mientras que las sombras del anochecer caían sobre Getsemaní, encontramos a nuestro Señor tan angustiado “en oración”, que comenzó a sudar gotas de sangre. Su pasión era la de cumplir la voluntad del Padre en Su vida.

Horas antes de Su crucifixión, Él les habló a Sus discípulos, en Juan 6:38, Porque no he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Ahora en aquella terrible tarde -- antes de que Jesús colgara de una cruz romana cargando el peso de los pecados del mundo -- el deseo que más lo consumía era decirle al Padre, “Que se haga Tu voluntad, no la Mía”. Para Jesús, ¡hacer la voluntad de Su Padre era lo más importante! ¡Era Su alimento, Su vida, Su aliento, Su pasión!

Hacer la voluntad del Padre era la preocupación máxima de Su vida. Al final del evangelio de Juan, Jesús les dijo a Sus discípulos, que Él los estaba enviando de la misma forma como el Padre lo había enviado a Él. Su comida era la comida de ellos. Su amor por la voluntad del Padre debería ser de ellos. ¡Y debería ser nuestro también!

Dios tiene un propósito y un plan para cada uno de Sus hijos e hijas. El Señor Jesucristo está más interesado “en que nosotras encontremos Su voluntad para nuestras vidas”, ¡que nosotras mismas! En ciertas cuestiones, la voluntad de Dios es bastante clara.

Por ejemplo, Jesús dijo en Juan 6:40, Y ésta es la voluntad de mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.» Sin duda que todos los que creen en Cristo tendrán vida eterna. ¡Esta es la voluntad explícita del Padre!

Sin embargo ¿qué pasa cuando otros asuntos de la vida se nos vienen encima… demandando nuestra atención… y requiriendo una decisión? Muchas cristianas dicen, “Yo no entiendo porque Dios no me ha revelado con quien me voy a casar”. ¿Por qué no me muestra que trabajo debo de tomar?

¿Qué negocio debo de comenzar, si me debo de mudar a otra casa, o qué es lo que debo hacer con respecto a un problema específico? ¿Por qué no hace Dios algo por mí, y me muestra Su voluntad?

Hay algunos pasos importantes “que puedes tomar a lo largo del camino” para encontrar la voluntad de Dios para ti. Así qué, comencemos con el primer paso.

(1) ASEGÚRATE QUE CONOCES AL SALVADOR

Es obvio ¿qué si estamos buscando la voluntad de Dios “en cierta área de nuestra vida”, lo primero que debemos hacer es conocerlo, como nuestro Salvador. Si no somos salvas no podemos discernir las cosas de Dios. 1 de Corintios 2:14 dice “que estas cosas solo se pueden discernir espiritualmente”.

Pablo le dijo bien claro a Timoteo, en 1 Timoteo 2:3-4, Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen a conocer la verdad.

(2) ASEGÚRATE QUE CONOCES AL ESPÍRITU

¿Qué significa estar llena del Espíritu? Una vez que confiamos en Cristo, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nosotras, facultándonos para Su servicio, y ayudándonos a dar nuestro testimonio, por medio del Espíritu de Dios. No existe cristiano que no posea al Espíritu Santo.

Romanos 8:9 dice, Pero ustedes no viven según las intenciones de la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Cuando conocemos a Cristo, como nuestro Salvador, y somos controladas por Su Espíritu, Él se vuelve nuestro Maestro, y Él nos guía a toda la verdad. Ser sensibles a la guía del Espíritu Santo en nuestras vidas, es el factor clave para discernir la voluntad de Dios para nosotras.

(3) ASEGURATE QUE CONOCES LAS ESCRITURAS

Cuando queremos encontrar la voluntad de Dios, es esencial que conozcamos la verdad bíblica. Si Dios tiene un plan para nosotras, Él de seguro que quiere que lo sepamos. Si es así, entonces nosotras debemos esperar que Él se comunique con nosotras de una forma obvia. ¿Cuál sería la forma más obvia? A través de la Biblia, ¡que es la revelación de Dios!

Por eso yo creo, que lo que necesitamos saber acerca de la voluntad de Dios, está claramente revelada en las páginas de la Palabra de Dios. A decir verdad, la voluntad de Dios es muy explícita en las Escrituras. Dios nunca va a guiar a Sus hijos a hacer nada que sea contrario a las Escrituras.

Por eso Pablo nos reta en Colosenses 3:16, Que La palabra de Cristo habite ricamente en ustedes. Instrúyanse y exhórtense unos a otros con toda sabiduría. Cuando conocemos a Cristo, cuando estamos controladas por Su Espíritu, y cuando estamos obedeciendo Su Palabra, ¡Él nos enseña el camino de la vida!

¡Ahora bien! Fuera de la maravilla de conocer al Salvador, al Espíritu y las Escrituras, hay tres formas prácticas de encontrar la voluntad de Dios para tu vida. La primera forma, es el “deseo”. Dios no te va a llamar a hacer cierta actividad, sin plantar primero un deseo dentro de tu corazón para hacerla.

El Salmo 37:4 dice, Disfruta de la presencia del Señor, y él te dará lo que de corazón le pidas. Para aquella persona que está permaneciendo en el Espíritu y en la Escritura, los deseos del corazón son implantados por Dios Mismo. Él nos da los deseos que están en nuestros corazones. La segunda forma, “es la oportunidad”.

No porque tengas un deseo, significa necesariamente, que es la voluntad de Dios para ti. Si es la voluntad de Dios, el deseo será acompañado por una oportunidad.

Y la tercera forma, es de seguir andando y confiando, qué si este camino no es la voluntad de Dios, ¡Él cerrará la puerta! Esto es exactamente lo que sucedió en el segundo viaje misionero de Pablo. El cumplió el ministerio que Dios había planeado para Galacia, una gran provincia del imperio romano. ¡Él fortaleció, y alentó a los santos!

El trabajo, hasta ese momento, había sido completado. Pero Pablo no había terminado. ¡Él seguía adelante! Él era un modelo de persistencia. Pablo se dirigió al oeste, sin saber exactamente cuál era la voluntad de Dios. Así y todo, siguió adelante esperando que Dios lo dirigiera.

Luego Pablo se encaminó a Asia Menor con Silas y Timoteo, emocionado ante la perspectiva de llevarle el evangelio a la gente de ahí. De repente, como muro de concreto en la carretera, el Espíritu Santo no les permitió predicar el evangelio en Asia. No sabemos cómo Dios los paró… ¡pero lo hizo!

La puerta cerrada cambió su dirección, y se fueron hacia el norte a Misia, con la esperanza de entrar a la provincia de Bitinia. Pero el Espíritu tampoco se lo permitió. ¡Otro obstáculo! Ellos habían sido detenidos de ir al norte, al sur, y al este. ¿Y ahora qué?

A estas alturas, nosotras podríamos haber dicho, “Todas las puertas están cerradas, más nos vale regresar a casa”. Pero Pablo no dijo eso. ¡Todavía les quedaba el oeste! Así que siguieron la línea divisoria entre Asia Menor y Bitinia, llevándolos al oeste hasta llegar al Mar Egeo. Estaban en la playa de Troas, cuando Pablo tuvo una visión por la noche.

Ahí había un hombre de Macedonia, que le rogaba en Hechos 16:9, Pasa a Macedonia, y ayúdanos. Ya el cristianismo no sería considerado una secta más de Asia. Se iban a Europa, a una cultura totalmente diferente, ¡A UN MUNDO NUEVO! Todo ese tiempo Dios los había querido en Macedonia.

Pero nunca les dijo, hasta que ellos no hubieran probado su fe y su persistencia, no pudiendo dar un paso más. ¡Así qué! ¡Sigamos avanzando!! ¡No nos desanimemos!

Muchas personas se sientan a esperar que una grúa celestial las mueva, diciendo, “Yo no sé lo que Dios quiere que haga”. ¡Ellas necesitan moverse!... para que Dios las dirija a esa área de servicio que Él ha planeado. Conocer la voluntad de Dios puede significar seguir adelante hasta llegar a un callejón sin salida.

En ese momento, Dios abrirá una puerta de par en par. ¿Y qué fue lo que Pablo hizo? La Biblia dice en Hechos 16:10, Después de que Pablo tuvo la visión, enseguida nos dispusimos a partir hacia Macedonia, pues estábamos seguros de que Dios nos estaba llamando a anunciarles el evangelio. ¡Pablo obró inmediatamente!

Él buscó y encontró la voluntad de Dios, y un gran avivamiento empezó en Filipos, como resultado. ¡Y DIOS TIENE UN PLAN MARAVILLOSO PARA TU VIDA TAMBIEN! ¡NADA TE DARÁ MÁS GOZO QUE HACER LA VOLUNTAD DE DIOS! ¡ASI QUE! ¡SIGUE ADELANTE!