Proverbios 6:16-17 nos dice, “Hay seis, y hasta siete cosas que el Señor detesta con toda el alma; 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa… y las manos que derraman sangre inocente.” El orgullo es el pecado principal, del cual muchos otros pecados, brotan.

Dios odia el orgullo porque rechaza Su soberanía sobre nuestras vidas. Santiago 4:6 dice que “Dios se opone a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Cuando somos orgullosas, Dios se opone, literalmente, a nosotras.

El orgullo fue el pecado que se cometió, aún antes de que Dios creara los cielos y la tierra. La escritura nos dice que Dios creó a los ángeles, y que uno de ellos, llamado Lucifer, era bello y poderoso. Este ángel era tan poderoso, que comenzó a considerarse a sí mismo, más importante que Dios.

Entonces Lucifer ideó un arrogante plan en Isaías 14:13-14, “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios, y allí pondré mi trono. En el monte del concilio me sentaré en lo más remoto del norte; 14 subiré hasta las altas nubes, y seré semejante al Altísimo.”

ES INTERESANTE… que el primer pecado NO FUERA EL DE SER POCO PIADOSO, sino el de tratar de ser más piadoso que Dios. El deseo de Lucifer, de elevarse por encima de la autoridad de Dios, causó rebelión en el cielo.

Y CUÁNDO DIOS CREÓ A ADÁN Y EVA, y les dio la oportunidad de gozar de una relación perfecta con Él, vino Satanás deslizándose, como culebra que era, diciendo estas tentadoras palabras, en Génesis 3:5, “Dios bien sabe que el día que ustedes coman de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del mal.”

El pecado original… y el problema del pecado para todas nosotras, ES EL ORGULLO. Nosotras también buscamos exaltarnos a nosotras mismas por encima de Dios, haciendo las cosas a nuestra manera, e ignorando Su sabiduría. Por eso debemos de escogerconscientemente la humildad en vez del orgullo, por medio de Jesucristo.

El orgullo, en su forma más básica, es atribuirnos el mérito por nuestros éxitos, y culpar a otros por nuestros fracasos. El orgullo viene de una actitud, que dice, “Dios, yo no te necesito. Yo soy el capitán de mi propio barco. Soy el amo de mi propio destino.”

La persona orgullosa no reconoce que todo lo que tiene viene de Dios. En vez de darle a Dios el crédito que se merece, ella habla como si fueran sus propias habilidades y logros. El orgullo reina supremo en nuestra cultura: el esfuerzo propio es valorado, el logro es aplaudido, y las historias de la “pobreza a la riqueza” son glorificados.

¡Valgan verdades! El orgullo es una actitud de ingratitud. Y como resultado, ¿qué sucede? ¡RETAMOS AL CREADOR! Y cometemos el pecado del orgullo, que es una abominación a Dios.

Antes de que te caigas por la pendiente del orgullo, escucha la sabiduría de Proverbios 16:5, “El Señor aborrece a los de corazón altivo, y es un hecho, que no quedaran impunes.” El orgullo siempre comienza, no en nuestras mentes, sino en nuestros corazones. ¡El problema es que nacemos orgullosas!

Es por eso que no necesitamos enseñarles a los niños a pecar. Yo sé que los niños son preciosos. Mis nietos son preciosos. Pero son unos pequeños ególatras desde el día que nacen. ¡Todos nacemos egoístas!

¡ASÍ QUÉ! VEAMOS LO QUE PROVERBIOS REVELA ACERCA DEL ORGULLO:

(1)El Orgullo Causa y Crea Discordia Proverbios 13:10 dice, “La soberbia es la madre de las contiendas, pero en los ingeniosos se halla la sabiduría.” En el centro de cada guerra, de cada argumento, de cada división en la iglesia, y de cada matrimonio deshecho, está el orgullo.

(2)El Orgullo También Causa Dejadez en Nuestras Vidas Proverbios 16:18 dice, “La soberbia precede al fracaso; la arrogancia anticipa la caída.” De vez en cuando, vemos equipos deportivos, que atléticamente, llegan a la cumbre. Y entonces, ¡comienzan a despreocuparse! Ya no practican tan duro.

Se vuelven un poco descuidados. Asumen que seguirán ganando trofeos, así que, se toman las cosas con más calma. El orgullo produce dejadez. ʘ Lo mismo es verdad en nuestra vida cristiana. Por eso el apóstol Pablo dice en 1 Corintios 10:12, “Así que, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer.” ¡He visto pasarles esto a creyentes maduros!

Y TAMBIÉN, con el pasar de los años, me he encontrado con “NUEVAS CRISTIANAS,”, que estaban tan conscientes de su propia pecaminosidad, que se quedaban cerca del Señor. Pero, a veces, cuando las creyentes alcanzan un poco de madurez en Cristo, y experimentan éxito en su andar espiritual, se vuelven descuidadas.

Comienzan a aceptar cosas que ellas NUNCA ANTES hubieran aceptado. Comienzan a pensar, y a vivir… de formas que no le agradan a Jesús.

(3)El Orgullo Confiere Su Terrible Condenación - Proverbios 15:25 dice, “El Señor destruye la casa de los soberbios.” Hay peligros asociados con el orgullo porque Dios odia el orgullo. A pesar de que Dios odia todo pecado, ¡Él TE AMA A TI! Gracias al gran amor de Dios por nosotras, Él interviene cuando nos volvemos orgullosas.

¿Qué es lo que Dios hace para mantenernos humildes? Proverbios 29:1 dice, “El que se empecina ante la reprensión, acabará en la ruina -- pronto y sin remedio.” Dios usa la reprensión para llamarnos, para atraernos, ganarnos, y amarnos.

ÉL HACE ESTO DE MUCHAS MANERAS. Por medio de Su Palabra, y a través de Su Espíritu Santo. Él nos habla a través de las circunstancias y eventos de nuestras vidas – a veces, a través de las tragedias, o las luchas, o el sufrimiento. Él nos habla a través de la familia y las amigas. El usa sermones y canciones. De una forma u otra, DIOS NOS HABLA.

¡Jesús te habla! ¡Jesús te está llamando! ¡Él está obrando en tu vida. Ignorar Su llamado puede ser un gran error. Pero sucede a diario. Especialmente, cuando dejamos las cosas para después. Hebreos 9:27 dice, “Así como está establecido que los hombres mueran una sola vez… y después venga el juicio.”

No habrá segundas oportunidades. No habrá más chances. ¡Tenemos solo una vida! Jesús quiere salvar tu alma. Él quiere librarte del dominio de la muerte, y del juicio, ¡Y DE UN FUTURO SIN ÉL. Jesús quiere perdonarte, y limpiarte, y cambiarte. ¡No te resistas!

No te vayas por el mal camino del orgullo… de la ambición egoísta… y de los placeres carnales. Confía solo en Jesucristo, como tu Señor y Salvador, ¡Hazlo hoy mismo! ¡LA FORMA DE SER EXALTADA ES DE SER HUMILDE ANTE EL SEÑOR!