1 Pedro 1:13 dice, “Por lo tanto, preparen su mente para la acción, estén atentos y pongan toda su esperanza en la gracia, que recibirán, cuando Jesucristo sea manifestado”.

¡Tu mente es una cosa maravillosa! Tú puedes memorizarte preciosos pasajes de las Escrituras, que pueden afianzarte en tu vida diaria. Tú puedes meditar en la Palabra de Dios, descubriendo Sus magníficas verdades. Tú puedes discernir entre lo verdadero, y lo falso. Tú puedes recordar las bendiciones pasadas de Dios.

Algunos de los siervos más efectivos de Dios fueron aquellos que disciplinaron sus mentes para Su servicio. Moisés, educado en los mejores colegios y universidades de Egipto, escribió los libros de la Ley para los Israelitas. Isaías usó su mente erudita para escribir un gran libro profético en las Escrituras.

Pablo se educó bajo Gamaliel, el famoso maestro judío de su época, y fue a través de Pablo, que Dios presentó MUCHA DE LA TEOLOGÍA del Nuevo Testamento.

Desgraciadamente, muchas cristianas de hoy en día NO EJERCITAN SUS MENTES para servir a Dios. Ellas permiten que otros piensen por ellas. Si pueden encontrar su teología en un libro, no se tomarán la molestia de estudiar la Palabra de Dios. Si un orador hace una declaración autoritaria, la aceptan fácilmente sin verificar, SI LO QUE DICE, es bíblico.

Hace años, dos de mis amigas, asistieron a una charla presentada por un prominente líder cristiano. ¡Al menos, eso es lo que ellas creían! ¡Uy! ¡Estaban tan ilusionadas de ir! Unos días después de la charla, una de ellas me llamó por teléfono “de lo más contenta”, para darme todos los detalles del evento. Lo que me dejó perpleja, es que ella me contó, que este orador, les había dicho que Judas, realmente, no se había suicidado. ¡Y dijo que él tenía LA PRUEBA de que Judas había vivido hasta su vejez, en Jerusalén . ¡Y ellas le creyeron sin chistar! Entonces yo le pregunté, “¿Y les presentó la prueba”? “NO”, dijo ella, “¡Pero nosotras le creemos!”

“Me vas a decir que prefieres creerle a un hombre, que ni conoces, ¿qué creerle a Dios”? ¡Este fue un evento histórico testificado por muchos testigos, que estuvieron ahí! ¡Y todos coinciden con las Escrituras! ¡La Palabra de Dios es verdad!

Pablo nos dice que debemos ser como la gente de Berea, que recibieron la palabra con mucha atención, y luego, examinaron las Escrituras para ver si era cierto lo que se les había dicho. Nosotras también debemos chequear las Escrituras para asegurarnos, que lo que nos dicen, es la verdad de Dios.

Por eso, Pablo nos alienta a que nos esforcemos a madurar en nuestro pensar. 1 Corintios 14:20 nos dice, “Hermanos, no sean como niños en su modo de razonar. Sean como niños en cuanto a la malicia, pero en su modo de razonar, actúen como gente madura.”

En 1 Corintios 13:11, Pablo también dice, “Cuando yo era niño, mi manera de hablar y de pensar y razonar era la de un niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cuestiones típicas de un niño.”

Cuando te volviste cristiana, Dios renovó tu mente. Por eso, Romanos 12:2 dice, “Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación DE SU MENTE, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.” ¡Es importante que uses tu mente para la gloria de Dios!

Este principio es muy importante. Tú no puedes cambiar tu corazón. ¡Pero tú sí puedes cambiar tu mente! ¡SOLO DIOS puede cambiar tu corazón! ¡El no cambiará tu mente! Pero si tú escoges cambiar tu mente, ¡Dios cambiará tu corazón!

13b “Pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando Jesucristo sea manifestado”.

La esperanza es un acto de la voluntad. No es solo un sentimiento emocional. Pedro nos manda a vivir “esperando con mucha expectativa”, y anticipando la “esperanza viva” de su herencia… reservada en el cielo… que será revelada en los últimos tiempos.

La verdadera esperanza, es una realidad espiritual, ESENCIAL. Es una de las dos virtudes supremas de la vida cristiana. Básicamente, la esperanza es la actitud de la cristiana hacia el futuro. En su esencia, la esperanza es el equivalente a la fe. ¡ES CONFIAR EN DIOS!

La diferencia, más importante entre ambas, es que la fe involucra confiar en Dios en el presente, mientras que la esperanza, es la fe futura, confiando en Dios en el porvenir. La fe se apropia de lo que Dios, ya ha dicho y hecho en Su Palabra revelada, y la esperanza anticipa lo que Dios todavía va a hacer, como lo promete en las Escrituras.

Las creyentes le deben su esperanza exclusivamente a la gracia y la fidelidad de Dios. El proveyó la salvación perfecta en Cristo, que resultó en el perdón de todos sus pecados – pasados, presentes, y futuros, y en su transformación del reino de las tinieblas al reino eterno de la luz.

Dios ha sido fiel en el pasado, sigue siendo fiel en el presente, y seguirá siendo fiel a todas Sus promesas en el futuro. Por lo tanto, los santos pueden vivir con una esperanza segura.

Pero a pesar de que la esperanza es beneficiosa para fortalecer a los santos, es también, una forma de adoración, que se basa en la fidelidad de Dios. Y por consiguiente, glorifica Su nombre. La esperanza bíblica afirma la integridad de la promesa de Dios, y declara que Él es un Dios que cumple Su pacto. ¡Él cumple Sus promesas!

Y por último, la gracia que recibirán cuando Jesucristo sea manifestado, nos habla de la segunda venida de Jesucristo, que es la culminación de la historia redentora, como es resumida en el Apocalipsis 1:7… ¡Miren! ¡Ya viene en las nubes! Y todos lo verán, aun los que lo traspasaron; y todas las naciones de la tierra harán lamentación por Él. Sí, Amén.

Nosotras, las cristianas, tenemos la obligación de vivir en vista de la Segunda Venida. En esperanza, nosotras esperamos el día, en que Jesucristo regresará por Su gente. Si a una cristiana no le parece atractivo tener comunión con Jesucristo… si ella anhela más gozar de este mundo, que recibir las alegrías del cielo, entonces ella NO AMA Su Venida.

Más bien, todas las creyentes deben de adoptar la perspectiva del apóstol Juan en Apocalipsis 22:20, que dice, “El que da testimonio de estas cosas dice: ‘Ciertamente, vengo pronto. Amén. ¡Ven Señor, Jesús’”.