Verdaderamente que la fiesta que más se celebra cada año alrededor del mundo – y que genera más expectativa y entusiasmo entre la gente QUE CUALQUIER OTRO DIA ESPECIAL – ¡ES LA NAVIDAD! Gracias a la gran cantidad de propaganda y publicidad que se hace para promover esta fiesta – DE UNA TEMPORADA A OTRA -- la Navidad ha trascendido barreras nacionales y culturales.

¡Mucha gente celebra la Navidad! Pero muy pocos hombres y mujeres entienden, EL QUÉ, Y A QUIÉN realmente se conmemora. Probablemente han escuchado que la Navidad marca el nacimiento de un gran maestro de siglos pasados. Que deben de imitarlo para promover paz, buena voluntad, y caridad durante la época de Navidad.

Que deben de esforzarse por hacer esta fiesta menos materialista, y más orientada a la familia. Pero mucha gente, aun los cristianos, nunca se toman la molestia de hacer una pausa para considerar a AQUEL que es el centro de la fiesta. Y muy pocos, realmente entienden el significado histórico y teológico de lo que ocurrió esa primera Navidad.

La Navidad conmemora un evento divino y a una Persona divina. Conmemora el nacimiento milagroso del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. A diferencia de muchas de nuestras fiestas, la Navidad no es una celebración de un EVENTO HISTÓRICO QUE CONMEMORA UNA HAZAÑA HUMANA, o que festeja un logro nacional.

Una celebración auténtica de la Navidad HONRA EL LOGRO DIVINO MÁS MARAVILLOSO DEL MUNDO. Reconoce que el Dios eterno y soberano vino a la tierra, COMO SER HUMANO, a vivir una vida justa y virtuosa entre Su gente, y luego morir como el sacrificIo perfecto , PARA LIBERAR DE LA IRA DE DIOS, a todos aquellos que se arrepintieran y creyeran.

Con estas verdades en mente, no nos atrevamos a trivializar, o a hacer más conmovedoras a las personas y eventos que rodearon el nacimiento de Cristo. No nos atrevamos a ignorar el significado de quien es Él, y lo que logró a favor de los pecadores.

Si tenemos un entendimiento claro de las verdades esenciales de la Carta a los Hebreos, nunca perderemos la perspectiva de la realidad, DE QUE EL BEBÉ EN EL PESEBRE DE BELÉN fue más que una CRIATURA INOCENTE Y DULCE, nacido en circunstancias extraordinarias.

Él fue, PRIMERO Y ANTE TODO, el Dios Todopoderoso del universo, que vino humildemente a la tierra en carne humana para buscar y salvar lo que se había perdido.