Durante la última cena con Sus discípulos en el aposento alto, Jesús les dijo en Juan 13:34-35, Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros. 35 En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros.

Jesús ya les había enseñado que el mandamiento más importante en la Ley era, “Amarás al Señor tu Dios. Y el segundo, era: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Ahora Jesús les estaba dando un mandamiento nuevo. El nuevo mandamiento era de amarse unos a otros, COMO ÉL LOS HABIA AMADO. ¡ESA ES LA CLAVE! ¡COMO ÉL LOS HABIA AMADO!

Este es un amor que era imposible de tener antes de que Jesús viniera al mundo. El estableció un estándar de amor más alto… ¡Y DIO ESTE MANDAMIENTO! Nuestro amor propio ya no es el estándar. Esa había sido la forma más alta de amor que nosotras conocíamos… PERO EL AMOR INCREIBLE DE JESUS… llevó el amor a un nivel más alto.

Jesús sabía que el amor sería el elemento crítico en las relaciones futuras de los discípulos, y de todos aquellos creyentes que vendrían después. Sin amor, la misión de Cristo hubiera fracasado desde un principio. Sin amor, ellos no hubieran podido lograr la unidad que le hablaría al mundo acerca de Jesús.

En las escrituras, la palabra “AMOR” nos asombra porque incluye una magnitud de aspectos: El amor de Dios, el amor de Cristo, nuestro amor por Dios y por Su Hijo, nuestro amor unos por otros, y nuestro amor por nuestros amigos, y hasta por nuestros enemigos.

El amor mutuo en el Cuerpo de Cristo incluye la amistad, pero también trasciende la amistad.

Esta es una historia verídica que realmente tocó mi corazón. Se trata de un chiquito llamado Manuelito, cuya hermana, Sarita, necesitaba una transfusión de sangre. El doctor les explicó que Sarita tenía la misma enfermedad, de la cual Manuelito se había recuperado dos años antes.

La única oportunidad que tenía Sarita de recuperarse era una transfusión de sangre… de alguien que se había recuperado de esta enfermedad. Como ambas criaturas tenían “el mismo tipo de sangre poco común”, Manuelito era el donante ideal.

El doctor le preguntó, “¿Le darías tu sangre a tu hermanita”? Manuelito titubeó. Su labio de abajo comenzó a temblar. Al cabo de un rato, él sonrió y dijo, “Si, por supuesto… Todo por mi hermana”.

Sarita… pálida, y flaquita. Manuelito… robusto y saludable. Ninguno de los dos habló, pero cuando sus ojos se encontraron, Manuelito sonrió y le guiñó el ojo. A lo que la enfermera le introducía la aguja en su brazo, la sonrisa de Manuelito se desvaneció.

El observaba como la sangre fluía a través del tubo. Cuando esta terrible odisea estaba por terminar, la voz de Manuelito, ligeramente temblorosa, preguntó, “Doctor, ¿cuándo me voy a morir”?

Solo entonces ENTENDIO EL DOCTOR por qué Manuelito había titubeado antes de tomar la decisión de darle su sangre a su hermana. El pensó que dar su sangre significaba dar su vida. En ese instante, él había tomado la gran decisión de su vida. ¡MANUELITO HABIA ESTADO DISPUESTO A DAR SU VIDA POR SU HERMANA! ¡ESO ES AMOR!

Jesús vino a servir y amar. El amor sacrificial de Jesucristo, al morir por nuestros pecados en la cruz, llena nuestras almas. En otras palabras, si amamos como Jesús ama, no decidiremos a quienes queremos amar, ni cuanto amor les vamos a dar.

Amar a otros no era un mandamiento nuevo, pero amar de la manera como Cristo ama era algo nunca visto. Como creyentes, debemos amar a los demás con el mismo tipo de amor que Jesús tiene por nosotras. Amar de esa manera no solo atraerá a los no creyentes a Cristo, también mantendrá fuertes y unidos a los creyentes en un mundo que es hostil a Dios.

Así como Jesús fue el ejemplo vivo del amor de Dios, nosotras debemos ser ejemplos del amor de Jesús. ¡JESUS DICE QUE NUESTRO AMOR DEMUESTRA QUE SOMOS SUS DISCIPULOS!

En la iglesia que asistes, ¿se ve que hay pleitos, envidias y división? ¿O se ve personas “que son realmente seguidores de Jesús” por el amor que hay entre los hermanos? El amor es más que un sentimiento de afecto. Es una actitud que se muestra con acciones.

Una mamá llegó a su casa después de un largo día de trabajo. Su hijita salió corriendo de la casa para darle el encuentro. “Mami, Mami, espera que te cuente lo que ha pasado hoy día”.

Después de escucharla por un par de minutos, la mama le dijo que le contara el resto del cuento más tarde porque ella tenía que preparar la comida. Durante la cena, sonó el teléfono. La mamá contestó. Era una de las tías contándole puro chisme de la familia.

Fue tan larga la conversación, que la hijita se quedó sin poder terminar su historia. Después de que la mamá terminó de limpiar la cocina y de ayudar al hermanito con su tarea, otra vez, la chiquita trató de contarle a su mamá lo que había pasado ese día. Pero para entonces, ya era hora de irse a la cama.

La mamá entró al cuarto mientras su hijita decía sus oraciones. Cuando la niña terminó de orar, la mamá se inclinó para darle un besito en la mejilla. La chiquita miro hacia arriba, y le preguntó, “¿Mami, tú de verdad me quieres, ¿no?… aun si no tienes tiempo para escucharme”?

¿Cómo podemos amar a otros de la forma que Jesús nos ama a nosotras? Lo hacemos cuando nos tomamos el tiempo de escuchar y prestarle atención a otros. Lo hacemos cuando ayudamos a otros, aunque nos incomode, cuando donamos dinero, aunque nos cueste.

Cuando buscamos el bienestar de otros en vez del nuestro. Y cuando otros nos ofenden, no buscamos vengarnos. Amar de esta manera no es fácil. Por eso, cuando amas así, la gente lo notará.

1 de Corintios 13 nos da una hermosa descripción del amor. El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso. 6 No se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad.

7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor jamás dejará de existir. Nuestra sociedad confunde el amor con la pasión sexual. A diferencia del deseo sexual, el amor de Dios está dirigido a los demás… para servirlos, y no para servirnos a nosotras mismas.

Esta clase de amor va en contra de nuestras inclinaciones naturales, pues carece de egoísmo. Es imposible practicar este amor, a menos que Dios nos ayude a poner a un lado nuestros propios deseos naturales… PARA AMAR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO. Cuanto más nos parezcamos a Cristo, más amor le daremos a los demás.

¡TODO LO QUE NECESITAS ES AMOR! ¡SI! Esto no tiene nada que ver con el amor que estás recibiendo, sino con el amor que estás dando. Ama a otras cristianas, aun cuando pueda significar que tengas que ceder, o perder, o presentar la otra mejilla. Si no estás dispuesta a hacer estas cosas, no estás dispuesta amar.

¡TU SERÁS CONOCIDA POR TU AMOR! Y el amor que ofreces impactará los corazones, no solo de aquellos que lo reciben, sino también te impactará a ti misma, que eres quien lo da. El verdadero amor es mantenerte callada cuando tus palabras pueden herir.

Ser paciente aun cuando tu amiga sea brusca. De hacerte de oídos sordos cuando el chisme abunda. De ser atenta con alguien que está afligida. De ser puntual cuando el deber llama. Y de tener valor cuando la desgracia cae.

LA INSIGNIA DE HONOR DE LA “DISCIPULA CRISTIANA” NO ES LA CRUZ QUE NOS PONEMOS ALREDEDOR DEL CUELLO O EN LA SOLAPA. No es ponernos ropa con algún distintivo cristiano. No cuesta nada profesar nuestra fe por estos medios. La verdadera marca de la cristiana es el amor que tiene por sus hermanos cristianos.

¡ESTO RQUIERE PODER DIVINO! Y este poder ES SOLO DADO AQUELLOS que están llenos del Espíritu Santo. ¡NUESTRO MUNDO ESTA DESESPERADO POR VER EL VERDADERO AMOR EN ACCION! Estoy hablando del amor incondicional que perdona, sana, ayuda, y hasta confronta cuando es necesario.

¿VEN OTROS EN TI ESTE TIPO DE AMOR?