¿QUIÉN MATÓ A JESÚS? Jesús murió por tus pecados y por los míos. Dios puso sobre Él la maldad de todos nosotros. Es ridículo tratar de echarle la culpa de la crucifixión a los judíos. ¡Los judíos no crucificaron a Jesús! Es ridículo tratar de echarle la culpa de la muerte de Jesús a los romanos. ¡Los romanos no crucificaron a Jesús!

¡Yo crucifiqué a Jesús! Mis pecados lo mandaron a la cruz. Si tú quieres echarle la culpa a alguien de la crucifixión, tú tienes que echarme la culpa a mí. ¡Pero sabes qué? ¡Tú también tienes que echarte la culpa a ti!

Isaías 53:3 profetiza acerca de Cristo, Será despreciado y desechado por la humanidad entera. Será el hombre más sufrido, el más experimentado en el sufrimiento. ¡Y nosotros no le daremos la cara! ¡Será menospreciado! ¡No lo apreciaremos!

Cuando yo era chica, yo pensaba que sabía cómo era Jesús físicamente. Después de todo, yo veía sus retratos todos los días en mi dormitorio. Uno era un retrato de Jesús tocando a la puerta, y el otro, representaba a Jesús como Pastor de Sus ovejas.

Lo que yo no sabía era que estos retratos habían sido pintados, antes de que yo naciera. Antes de eso, estos retratos de Jesús no existían. En 1940 Warner Sallman pintó el famoso retrato de Jesús, llamado “La Cabeza de Cristo”.

Las imágenes de Jesús fueron la idea de un pintor, que suponía que esa debe de haber sido la apariencia física de Jesús. La Biblia nunca da una descripción física de Jesús. Aun los discípulos, que estuvieron con Jesús todos los días, no nos dicen nada hacer del aspecto físico de Jesús.

Isaías 53 describe la vida y ministerio de Jesucristo, el Siervo de Dios. ¡Su muerte y entierro, y Su resurrección y exaltación! Jesús tomó el lugar de los pecadores, y pagó el precio de su salvación. ¡El Siervo es Dios! Sin embargo, se vuelve humano y crece. El Niño nació… ¡esa es Su humanidad! El Hijo es dado… ¡esa es Su divinidad!

2 No tendrá una apariencia atractiva, ni una hermosura impresionante. Lo veremos,” pero sin atractivo alguno” para que más lo deseemos. No había nada hermoso ni majestuoso en la apariencia real de Jesús. Tal parece que Su aspecto físico “no es resaltado a propósito”. Jesús parecía ser un hombre cualquiera.

Aunque Jesús no atraía a las multitudes por Su apariencia física, Él trajo salvación y sanidad. La gente se maravillaba por lo que Él decía, y por lo que hacía, y por el mensaje de amor que vino a dar.

Cuando Jesús nació, Su gente estaba endurecida a la Palabra de Dios. No había ningún récord escrito, de que Dios le hubiera hablado a Su gente durante cuatrocientos años. Los líderes religiosos de la época de Jesús habían estudiado y memorizado las escrituras, pero las palabras “no tenían vida” para ellos.

Ellos se habían vuelto tan hostiles a la verdad, que cuando el Hijo de Dios vino a ellos… ¡LO MATARON! Sin embargo, a pesar de la enemistad de la gente, Jesús les dio vida a todos aquellos que creyeron en Él.

Jesús es capaz de darle vida a cualquier persona, sociedad o cultura, sin importar cuan endurecidos u hostiles puedan estar al evangelio. Aun los pecadores más insensibles y endurecidos descubrirán, que Jesús sabe cómo penetrar el corazón, y dar vida donde solo hay amargura.

La obra de Jesús en la vida de una persona, puede parecer frágil al principio, pero como la semilla de mostaza, crecerá, y eventualmente, se convertirá en algo fuerte. A lo que oras por algún ser querido, no te desalientes, si esa persona no está respondiendo a Jesús.

El amor de Cristo, tiene la habilidad de brotar en una vida, que parece completamente indiferente.

¡Yo lo he visto en mi propia vida! Mi familia no quería saber nada acerca de la salvación en Cristo. Por mucho tiempo oré por ellos. Al final, antes de sus respectivas muertes, mi hermano, mi hermana, y dos de mis primas se entregaron a Jesús. ¡Así que no pierdas las esperanzas! Sigue orando y sigue confiando. ¡Nuestro Salvador es fiel!

5 Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados.

El último lugar en que un hombre o mujer saludable podría imaginarse estar, es en un ataúd, frío y muerto. ¡Ay! ¡No queremos ni pensarlo! ¿Alguna vez te has puesto a pensar que Jesucristo no tuvo esa opción? Su obituario fue escrito siglos antes de que Jesús naciera, y la sombra de la cruz estuvo ante Él “día tras día” durante Su vida terrenal.

Su misión en esta tierra era de morir a los treinta-y-pico de años. A la edad en que la gente está prosperando en sus carreras y sus trabajos, o comenzando a oler el aroma del éxito a la distancia, Jesús se estaba enfrentando a la muerte. Para remate, Su muerte fue brutal – fue una muerte lenta y horrorosa… ¡algo inimaginable!

Jesús se enfrentó a un tormento y sufrimiento mental y físico. Y esto no comenzó con su crucifixión. A través de Su vida, Jesús tuvo que lidiar con las injusticias de la gente alrededor Suyo, sabiendo que Él eventualmente moriría en nuestro lugar “molido por nuestras rebeliones”. Jesús no solo dio con Su muerte, sino también con Su vida entera.

No hace mucho, mi esposo me trajo un bellísimo ramo de rosas por mi cumpleaños. Mientras yo ponía las rosas en un florero, ¡ay! me pinché un dedo. ¡Pegué un grito! Instintivamente, retiré mi mano. ¡Me dolía de alma! La sangre no dejaba de fluir. ¡Tenía que hacer algo! A lo que buscaba una gasa o algo, pensé en Jesús, mi Salvador.

¡Los soldados forzaron una corona de espinas en la cabeza de Jesús! Pensé para mí misma, “Si una espina en mi dedo puede doler tanto, ¿cómo le debe de haber dolido a Jesús que le incrustaran una corona de espinas en Su cabeza?

¡Una espina es solo una fracción del dolor físico que Jesús sufrió! Un látigo azotó Su espalda. Clavos penetraron Sus muñecas y Sus tobillos. ¡Y también Jesús tuvo que soportar muchísimo dolor espiritual!

5b Sobre Jesús vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados.

LA PAZ DE LA CUAL ISAÍAS HABLA AQUÍ, es otra forma de hablar acerca del perdón. Jesús permitió ser traspasado por clavos, por una corona de espinas – para llevarnos a la paz espiritual con Dios. Su sacrificio, Su disposición a morir por nosotros, abrió el camino para que una relación con el Padre fuera posible. ¡Él lo hizo por ti y por mí!

¿Cómo podría alguien comprender en la época del Antiguo Testamento, que Cristo moriría por nuestros pecados, y que cargaría con el castigo que nosotras merecíamos? Los sacrificios de esa época daban a entender esta idea. Pero una cosa es matar a un cordero, y otra muy distinta, es pensar que el Siervo escogido de Dios, desempañaría ese papel.

Dios estaba abriendo las cortinas del tiempo para que los contemporáneos de Isaías pudieran ver el futuro, y pudieran observar el sufrimiento del Mesías, y el perdón disponible para toda la humanidad. El precio que Jesús pagó para demonstrar Su amor por los pecadores… ¡FUE INDESCRIPTIBLEMENTE ALTO!

A decir verdad, con cada latigazo que desgarró Su carne, con cada martillazo que clavó los clavos en Su cuerpo, podemos escuchar la voz de Dios diciendo, “Te amo. Lo hago por ti”.

Efesios 3:18 dice, Sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo.

A la larga, el valor de cualquier cosa es determinado por el precio que uno paga por ella. ¡CÓMO NOS DEBE DE VALORAR DIOS! ¡ÉL PAGÓ UN PRECIO ALTÍSIMO PARA COMPRAR NUESTRA SALVACIÓN!