La tía de mi amiga, Anita, yacía en una cama del hospital, con una dulce sonrisa en los labios. Su pelo gris estaba peinado hacia atrás, y sus arrugas cubrían sus mejillas. La tía no hablaba mucho, pero susurró estas pocas palabras, “Yo no me siento sola. Jesús está aquí conmigo”.

Anita se maravilló al escuchar a su tía. El esposo de la tía había muerto años antes, y los hijos de ella vivían lejos. La tía tenía noventa años, estaba sola, con las justas se podía mover. Sin embargo, ella podía decir que no se sentía sola.

La tía tomó las palabras de Jesús “literalmente”, como debe ser. Jesús dijo en Mateo 28:20, “Yo estaré contigo siempre”. Ella sabía que el Espíritu de Cristo estaba con ella, tal como lo había prometido, cuando instruyó a Sus discípulos a que fueran a todo el mundo, y compartieran Su mensaje con otros.

Jesús dijo que el Espíritu Santo estaría con los discípulos… ¡y con nosotros! La tía de Anita estaba experimentando la realidad de esta promesa. El Espíritu estaba dentro de ella, a lo que yacía en su cama. ¡Todas necesitamos escuchar esas palabras… ¡y tomarlas a pecho!

Cuando recibí a Jesús en mi corazón hace 25 años, yo estaba muy emocionada. Pero en menos de un mes, todo lo que podía salir mal, salió mal. Perdí mi negocio, mi estabilidad económica, y todas las cosas, que yo pensaba, que eran importantes para mí.

Pero a pesar de que todo me estaba yendo mal, yo me acuerdo estar sentada en la sala de mi casa, mirando al cielo a través del ventanal, y con lágrimas en mis ojos, oré, “Señor Jesús, yo sé que tú estás siempre conmigo. ¡TÚ ERES MI ESPERANZA! Yo sabía que Jesús nunca me dejaría ni me abandonaría… pasara lo que pasara.

Alejandro Solzhenitsyn, escritor e historiador ruso, y ganador del Premio Nobel de Literatura de 1970 cuenta su experiencia como prisionero político en Rusia, y relata acerca de aquel momento en que estuvo a punto de perder las esperanzas.

Él fue forzado a trabajar doce horas al día, con el estómago casi vacío, porque le daban muy poco de comer. Por eso, Alejandro andaba muy enfermo. Los doctores predecían su muerte. Una tarde, mientras cavaba la tierra bajo un sol ardiente, él simplemente… ¡dejó de trabajar!

Él hizo eso, aun sabiendo que los guardias le darían una tremenda paliza – capaz hasta lo matarían. ¡Pero él ya no podía más! En eso, él vio a otro prisionero, un hermano cristiano, moviéndose cautelosamente hacia él. Con una caña en mano, el hombre rápidamente dibujó una cruz en la arena, y luego la borró inmediatamente.

En ese breve instante, Solzhenitsyn sintió que toda la esperanza del evangelio fluía a través de su alma. Esto le dio el ánimo para aguantar aquel día difícil, y hasta los difíciles meses de encarcelamiento, que siguieron.

¿DÓNDE PODEMOS ENCONTRAR ESPERANZA? En las maravillosas palabras de Jesús: “Yo estaré contigo siempre.”

Tú y yo estamos en una búsqueda constante de la esperanza. Todas queremos tener una razón para levantarnos por la mañana, y una motivación para continuar. © Veamos algunas cosas que debemos saber, acerca de la esperanza:

1. Dios ha programado a los seres humanos para tener esperanza. Nosotros no vivimos por instinto. Todos encontramos nuestra identidad, significado, propósito, y un sentido interno de bienestar… ¡EN ALGO!

2. En lo que pones tu esperanza marcará la dirección de tu vida. Lo sepas o no, tu camino en la vida está dirigido por la esperanza. Ya sea si tú has puesto tu esperanza en una filosofía, una persona, un sueño, un lugar, o lo que sea, tu vida será moldeada “por aquello en que pongas tu esperanza”.

Antes de conocer a Jesús, mi esperanza estaba puesta en una filosofía. Yo estaba muy involucrada en la Nueva Era. Mi esperanza estaba en el control mental. Gracias a Dios, Jesús me salvó de todo eso.

3. La esperanza siempre incluye una expectativa y un objetivo. Yo estoy esperando por algo… ¡y esperando “que alguien o algo” me lo de!

4. Para que la esperanza sea una esperanza, debe de componer o arreglar lo que está roto. Una esperanza que no se ocupa de lo que necesitas… no es muy esperanzadora. Tú pones tu esperanza en tu mecánico, por ejemplo, solo si él tiene la habilidad de arreglar lo que está descompuesto en tu carro.

La esperanza no es una situación. La esperanza no es un lugar. La esperanza no es una posesión. La esperanza no es una experiencia. La esperanza es más que un entendimiento o cliché. ¡La esperanza es una Persona… ¡Y SU NOMBRE ES JESÚS! ¡Aquellas de ustedes, que aman al Señor, saben esto!

Jesús viene a cada una de nosotros, y nos hace un compromiso de esperanza. ¡Él siempre cumple Su Palabra! Por eso. David Livingstone, famoso misionero en el África, siempre decía, “La Palabra de Jesús es la palabra de un Caballero del más sagrado y estricto honor”.

¿Sabías que es posible que una persona viva hasta “setenta días” sin comer? También es posible que viva hasta “casi diez días” sin agua. Y uno puede vivir hasta “seis minutos” sin aire. Pero hay “una cosa” que es imposible vivir sin ella – ¡LA ESPERANZA!

Cuando te encuentras en momentos difíciles, cuando tu debilidad es expuesta, estate lista para que el enemigo te susurre al oído, “¿Y a donde está tu Dios ahora?” ¡Y estate lista para responder, “¡Él está a donde siempre ha estado, y a donde siempre estará! ¡EL ESTÁ CONMIGO!

Cuando nos sentimos solas, no lo estamos. Cuando sentimos dolor, Jesús también lo siente. Cuando estamos dichosas, Él también lo está. Cuando somos tentadas por el pecado, Él está ahí mismo, apuntando a una salida.

A pesar de que el Rey “está aquí mismo con nosotros”, muchas veces, lo ignoramos. Nuestro Señor está presente “con nosotros” sin importar lo que pueda traer cada día. Puede ser un día de alegría o de tristeza, de enfermedad o de salud, de éxito o de fracaso.

No importa lo que nos pase hoy, Jesús está caminando al lado nuestro, fortaleciéndonos, amándonos, llenándonos de fe, amor y esperanza. ¡Esta esperanza es eterna y es profundamente personal! Descansa en la verdad de que Jesús tiene “Sus poderosos brazos” alrededor tuyo, ¡Y ÉL NUNCA, NUNCA TE DEJARÁ IR!

Si nada de lo que has anhelado resulta, y si todas las cosas malas, a las que le tenías miedo, se te han venido encima, tú siempre tienes esperanza… ¡PORQUE JESÚS ESTÁ CONTIGO!

Aun en mis peores momentos, yo sabía que Jesús iba a mejorar las cosas. Lo podía ver haciendo “pequeños milagros” cada día por mí. ¡Mi esperanza comenzó a crecer! ¡Mi esperanza me dio fuerzas para seguir adelante!

El millonario, Eugenio Lang, “cambió de forma increíble” las vidas de los alumnos del sexto grado de un colegio de Harlem, Nueva York. Le habían pedido al Sr. Lang, que diera un discurso a la clase de cincuenta-y-nueve alumnos del sexto grado.

¿Qué podía decir el Señor Lang para inspirar a estos alumnos, muchos de los cuales se saldrían sin terminar la escuela? Él se preguntaba que podía hacer, para que estos chicos, predominantemente negros y portorriqueños, le dieran la cara. El Sr. Lang guardó sus notas, y decidió hablarles desde lo más hondo de su corazón.

Les dijo, “Niños, no se salgan del colegio”. Yo los ayudaré a pagar la universidad… “a cada uno de ustedes”.

En ese momento las vidas de estos estudiantes cambiaron radicalmente. Por primera vez… ¡ellos tenían una esperanza! Uno de los alumnos dijo, “Tengo algo increíble esperándome. ¡Que sensación más maravillosa! ¡El noventa por ciento de esa clase se graduó del colegio… listos para ir a la universidad!

¡Lo que la esperanza puede hacer en la vida de una persona! Donde quiera que te encuentres hoy día, ¡TÚ NO ESTÁS SOLA! Si has puesto tu confianza en Jesús para tu salvación eterna, ¡PUEDES ESTAR SEGURA QUE ÉL ESTARÁ CONTIGO SIEMPRE! ¡Y PARA SIEMPRE!