Cuando ciudadanos de un país viajan al exterior, ellos necesitan un pasaporte para entrar a otro país. El pasaporte debe ser sellado, dándole a la persona acceso a entrar al país. ¡Sin pasaporte, no hay entrada!

Para poder entrar al cielo, una persona debe de tener un pasaporte sellado con la sangre de Cristo. ¡Sin pasaporte, no hay entrada!

Pablo dice en Filipenses 3:20, Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.

Nosotros vivimos en un mundo “donde un gran número de gente” no cree que existe un infierno eterno, un lugar de castigo perpetuo. Una de las preguntas que la gente hace es, “¿Cómo puede un Dios amoroso permitir que alguien vaya al infierno?” Mi problema ha sido siempre lo opuesto. Yo no tengo ningún problema en creer en el infierno.

¿Pero cómo puede haber un lugar tan maravilloso como el cielo? ¿Cómo puede el amor y gracia de Dios “ser tan increíble” que hace posible que una pecadora “como yo o como tú” pueda pasar la eternidad en dicho lugar?

En el Apocalipsis 4:1, cuando Juan estaba exilado en la isla de Patmos, él vio, que en el cielo, había una puerta abierta. Dios ha dejado varias puertas abiertas en las Escrituras, “por medio de las cuales” podemos vislumbrar lo que nos espera ahí.

¡Así qué! ¡Miremos lo que nos espera, a aquellos que confiamos en Cristo!

1.EL CIELO ES UN LUGAR DE VERDAD

¡El cielo es real! A través del tiempo, Dios ha implantado “dentro del alma del hombre y la mujer” un anhelo por un lugar así. ¡La gente primitiva creía en la vida futura! En tiempos pasados, los habitantes de las cuevas “representaban esto” con imágenes en las paredes de sus cuevas.

Hace más de tres mil años, los egipcios enterraban a sus faraones con suministros, utensilios de comer, armas, y hasta sirvientes, en su búsqueda “de una vida” más allá de esta. Dios ha implantado e inculcado “dentro del ser humano” un deseo “por algo más” de lo que tenemos en la tierra.

¡Este anhelo continúa hoy en día! Cada científico entra a su laboratorio “con una gran motivación por encontrar la cura del cáncer y el SIDA”. Esta es una expresión del hambre subconsciente por un mundo libre de dolor y enfermedad. ¡EL CIELO ES ESE LUGAR!

Cada trabajador social, motivado sinceramente “por eliminar las mugrosas condiciones de vida” tiene un anhelo subconsciente por un mundo sin pobreza y sin hogar. Cada ecologista “movido a limpiar y purificar el medio-ambiente” está en búsqueda de un mundo que es puro y bello.

Políticos, que se sientan “alrededor de las mesas de paz” en zonas conflictivas de nuestro mundo, están simplemente buscando un mundo sin guerras ni conflictos. ¡El alma humana necesita el cielo! Solo el cielo puede terminar, lo que dejamos “aquí” sin terminar. ¡El cielo es real! ¡El cielo es un lugar!

Jesús dice en Juan 14:2-3, En la casa de mi Padre hay muchos aposentos. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes. 3 Y si me voy y les preparo lugar, vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, también ustedes estén. ¡El cielo es un lugar real y tangible!

2.EL CIELO ES UN LUGAR DE RESPLANDOR

¡El cielo no es solo un lugar, es un lugar preparado y es bellísimo! ¡Dios ama la belleza! De no ser así, Él no hubiera hecho tantas cosas bellas “en este mundo maldecido por el pecado”. Un día, Juan vislumbró la belleza del cielo, y escribió, “algunos símbolos”, para que nuestras mentes finitas “pudieran entender”.

Por eso Juan dijo en el Apocalipsis 21:18, La muralla estaba hecha de jaspe, pero la ciudad era de oro puro, diáfana como el cristal. ¿Podría ser que el cielo es “diáfano como el cristal” porque ahí no habrá nada que esconder?

Por eso, “que no nos sorprenda” que el apóstol Pablo dijera en 2 Corintios 2:9, Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó, Ni han penetrado en el corazón del hombre, Son las que Dios ha preparado para los que lo aman.

¡El cielo es un lugar de belleza y resplandor incomparable! El libro del Apocalipsis está lleno de descripción tras descripción de su gloria. Ni el tiempo ni el espacio, ni el vocabulario humano nos permiten tratar de explicar su resplandor.

3.EL CIELO ES UN LUGAR DE DESCANSO

Gran parte de la vida en este planeta está llena de agotamiento, luchas, llanto y presiones de toda clase. Pero cuando caminemos por las calles de oro del cielo, nunca más veremos un hospital. Ya no habrá más enfermedad. Ya nunca veremos un centro de consejería. Ya no habrá más depresión ni enfermedades mentales.

Nunca veremos una funeraria. ¡Ya no habrá más muerte! Nunca veremos a un policía en uniforme, ni una estación de policía. ¡Ahí no habrá crimen! No habrá más palacios de justicia. No habrá más juicios, ni nadie buscando engañar a otros.

Ya nunca más escucharemos la sirena de una ambulancia. ¡No habrá ninguna emergencia! Nunca tendremos que cerrar con llave nuestras casas, o mirar hacia tras, para ver si alguien quien nos está siguiendo. ¡Ya no habrá miedo! Ya no habrá discapacitados, ni una rampa para las sillas-de-ruedas.

Ya no habrá hogares para los ancianos… ¡porque nunca envejeceremos! El cielo es un lugar de descanso. Ya no habrá muerte. Ya no habrá lágrimas. No más llanto. No más dolor. No más despedidas. No más separación. No más luto. No más pecado. ¡El cielo es un lugar de descanso!

4.EL CIELO ES UN LUGAR DE RECONOCIMIENTO

Nosotros nos reconoceremos unos a otros en el cielo. A decir verdad, 1 Corintios dice que nosotras seremos conocidas, como somos conocidas ahora. Cuando Pedro, Jacobo y Juan estuvieron de pie “con Cristo” en el Monte de Transfiguración, Moisés y Elías aparecieron ante ellos, en sus formas glorificadas, y fueron reconocidos al instante.

Nadie va tener que presentarse ante Pablo o Pedro o a cualquier otra persona. Y esos héroes de la fe nos conocerán… ¡a ti y a mí! ▮ Es una cosa que nosotras conozcamos al presidente del Perú, o de la Argentina, o de México, pero es bien diferente, que uno de ellos nos conozca a nosotras por nombre. ¡En el cielo conoceremos a todos, y seremos conocidas por todos!

5.EL CIELO ES UN LUGAR DE RECOMPENSA

La Biblia habla, muchas veces, de ciertas coronas, que se les dará a los creyentes. 2 Timoteo 4:8 dice, Me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Estas coronas no son para usarlas mientras caminamos por las calles del cielo. ¡NO! En una de las más bellas escenas “todavía por llevarse a cabo”, nosotras llevaremos nuestras coronas puestas, nos las quitaremos reverentemente, y las pondremos a los pies de Cristo.

El Apocalipsis 5:12 dice, A grandes voces decían: Digno es el Cordero inmolado de recibir el poder y las riquezas, la sabiduría y la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Muchos tienen la idea “de que el cielo está muy lejos”. Pero, realmente, ¡está muy cerca! ¡Está a un solo latido de distancia!

Santiago 4:14 pregunta, ¿Y qué es la vida de ustedes? Es como la neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora. Para cada una de nosotras, nuestro “viejo corazón” parará en cualquier momento.

Entonces, en un abrir y cerrar ojos, comenzaremos la eternidad… en algún lugar. ¡El cielo espera a todos aquellos que se han entregado a Dios “por fe en Cristo”! ¡Jesús es el camino! ¡Él es el único camino a la casa del Padre!

Dada la fragilidad y brevedad de esta vida, y la certidumbre del mundo por venir… ¿Cómo deberíamos vivir hoy día? ¿Qué harías diferente, si decidieras vivir “cada día” cautivada por la realidad de que eres una ciudadana del cielo?