La esperanza no es una cosa, ni es un lugar, ni una situación, ni una experiencia. ¡NO! ¡La esperanza es una Persona! ¡Y Su nombre es Jesús!
La escritura habla mucho acerca de la esperanza. Primero Pedro 3:15 dice, Honren en su corazón a Cristo, como Señor, y manténganse siempre listos para defenderse, con mansedumbre y respeto, ante aquellos que les pidan explicarles la esperanza que hay en ustedes. ¡Si! Yo tengo esperanza porque Jesús está siempre conmigo.
Hace años, cuando fui a Rio de Janeiro por primera vez, ¡me quedé impresionada! Me emocionó mucho ver como la famosa estatua de CRISTO REDENTOR miraba a la ciudad de Rio de Janeiro desde lo alto. Esta bella estatua es un modelo de Cristo “con Sus brazos abiertos” haciendo que Su cuerpo tome la forma de una cruz.
El arquitecto brasilero Héctor de la Silva Costa fue quien diseñó esta estatua. Cada mañana él se imaginaba a los residentes de la ciudad, mirando hacia arriba “a la imagen de Jesús,” viéndola aparecer -- de la oscuridad de la noche -- a la luz del amanecer del día.
Y al atardecer, él tenía la esperanza que los habitantes de la ciudad estarían viendo “la puesta del sol” como una aureola detrás de la cabeza de la estatua de Jesús. Es tan importante mantener nuestros ojos puestos en nuestro Redentor cada día – durante los buenos tiempos y los no tan buenos.
Cuando Job estaba sufriendo, él dijo en Job 19:25, Yo sé que mi Redentor vive, y que al final se levantará del polvo.
En medio de su agonía, Job nunca perdió su fe en Dios. A veces Job podría haber sentido como si Dios estuviera ausente. Sin embargo, en su corazón, Job sabía que Dios no se había ido a ninguna parte, que Dios estaba continuamente obrando en su vida para afirmarlo, a pesar de sus circunstancias.
Job también reconocía que esta vida no era el fin. El Nuevo Testamento nos recuerda que nosotros también tenemos la esperanza de vida eterna por la gloriosa resurrección de Jesús de entre los muertos.
Jesús es nuestro Salvador vivo, nuestro Redentor eterno – en el cual podemos depender para que nos reivindique a través de Su sangre derramada en la cruz.
1Tesalonicenses 4:16-18 dice, El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, los muertos en Cristo resucitarán primero.
17Luego nosotros, los que aún vivamos y hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para recibir en el aire al Señor, y estaremos con el Señor siempre. 18Por tanto, anímense unos a otros con estas palabras.
¡Nuestra esperanza en Cristo es maravillosa! ¡SI! ¡Un mundo sin Cristo sería un mundo sin esperanza! Mantener nuestros ojos en Jesús significa recordar que hemos sido rescatadas de nuestro pecado. ¡Ver a Jesús “en vivo y en directo” será la alegría más grandiosa del cielo!
Si prestas atención y escuchas cuidadosamente lo que tú, y la gente alrededor tuyo dice, te darás cuenta que todos vivimos obsesionados con la esperanza. Día tras día, las cosas que hacemos se alimentan de la esperanza.
Por ejemplo, mientras la pequeña Teresita se preparaba para ir a la escuela, le dijo a su mamá, “Mami, tengo la esperanza de caerle bien a las chicas del colegio.” Por otro lado, ese mismo día la mamá pensaba para sí misma, “Ay, tengo la esperanza que nuestro matrimonio mejore.”
Pedrito, un muchachito, le dice a su amigo, “He conseguido un nuevo trabajo después de la escuela. Tengo la esperanza que sea un trabajo decente.” Y el papá tenía la esperanza que no lo despidieran de la empresa, porque “en esos momentos” estaban reduciendo el personal.
Ya sea, “si tenemos la esperanza que una cierta cena salga buena, o la esperanza de tener la fuerza moral para hacer las cosas debidamente,” nuestras vidas estarán motivadas y dirigidas por la esperanza.
Lo que nosotros buscamos es una esperanza que no nos desilusione… y que no nos deje desesperadas y deshechas al final. Todas queremos convencernos -- que todo lo que hemos puesto en nuestra esperanza… ¡SUCEDERA! ¿Qué es lo que estás pidiendo cuando pones tu esperanza en eso? ¿Estás pidiendo que le de paz a tu corazón?
¿Estás pidiendo que le dé significado, propósito y dirección a tu vida? ¿Estás pidiendo que te dé una buena razón para seguir adelante? ¿Estás pidiendo que te ayude a superar la dificultad y el desaliento? ¿Estás pidiendo que te de alegría por la mañana y descanso por la noche? ¿No estarás pidiendo demasiado?
La esperanza que Dios nos da “a ti y a mi” cuando nos estamos enfrentando a la incertidumbre, o a un futuro difícil, no está basada en ilusiones que el futuro será “tan brillante” como nosotros queremos que sea. ¡NO! Es la seguridad de que podremos confiarle nuestras vidas a AQUEL que tiene el futuro en Sus manos, pase lo que pase.
Romanos 15:13 dice, Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en Él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.
¿No es maravilloso? El Espíritu Santo provee la esperanza bíblica que necesitamos para creer. Por medio del poder del Espíritu Santo, tú puedes tener “la seguridad” que lo que no puedes ver es realmente verdad.
Tú puedes vivir con la paz y confianza, que la salvación que Jesús ha provisto para ti, es segura y suficiente, sin importar cuales sean tus circunstancias. Es como si el Espíritu Santo le susurrara a nuestro espíritu, “Estoy aquí, y la salvación que Yo proveo no solo es para la eternidad, sino también para ahora. “
Es más grande que la pérdida de tu trabajo, que la adicción de tu ser querido, o la depresión que te está agobiando. Tú no podrás verlo… ¡pero es segura!
Cuando pones tu fe en Cristo, el Espíritu Santo comienza a vivir dentro de ti, dándote oídos para escuchar lo que Dios ha dicho, ojos para ver lo que es seguro pero que todavía no se ha hecho realidad, y una confianza interna de que puedes confiar en lo que Dios ha hecho, y lo que hará para asegurar tu futuro eterno con Él.
Romanos 5:5 dice, Y esta esperanza no nos defrauda porque Dios ha derramado Su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo.
Si nosotros tuviéramos la esperanza de tener algo, pero luego nos enteramos que nunca la podremos tener, nuestra esperanza nos desilusionaría. ¿No es cierto? ¡Pero la esperanza de nuestra salvación nunca nos desilusionará!
Pero ¿cómo podemos estar seguras que no nos desilusionará? Porque Dios ha derramado Su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo, que nos fue dado en el momento en que creímos en Jesús, inunda nuestros corazones con las expresiones del amor eterno de Dios, y por medio de él, nos aseguramos que Él nos llevará seguras al cielo.
Cuando recibes al Espíritu… ¡sientes que Dios te ama! Esto no es algo vago, ni es un sentimiento místico de que Alguien en el cielo se preocupa por la humanidad. ¡NO! Más bien, “es una convicción firme” de que Dios realmente te ama, como persona.
Es una esperanza sólida, que no desaparece con los cambios constantes en las situaciones, en los lugares, y relaciones que componen nuestras vidas. Una esperanza que nunca nos decepcionará, se puede encontrar en una sola PERSONA. ¿Y quién es esa PERSONA? ¡ES NADA MENOS QUE JESÚS!
Ya sea, si te has dado cuenta o no, Jesús es lo que tu corazón ha estado buscando, porque lo que realmente has estado buscando, ¡es una vida abundante!
La gente puede quererte y respetarte, pero no puede darte vida. Algunas situaciones pueden hacer tu vida más fácil, pero no pueden darte vida. Los lugares pueden traer cambios a tu vida, pero no pueden darte vida. Los logros te pueden satisfacer temporalmente, pero no pueden darte vida.
La verdadera esperanza no se encuentra horizontalmente. Se encuentra verticalmente, a los pies del Mesías. ¡SI! ¡JESÚS ES NUESTRA ESPERANZA! ¡PON TU CORAZON ESPERANZADO EN SUS MANOS HOY MISMO!

